jueves, 7 de mayo de 2009

Una ignominia patrimonial y sentimental

El parque Ribalta surge a mediados del siglo XIX y su gestación y desarrollo duró casi 50 años. Con el alcalde Carlos Ferrer en 1868 y por iniciativa municipal, se trazó el primer paseo Ribalta, triangular, sobre los terrenos del antiguo cementerio municipal. Ocho años después, en 1876, con el alcalde Domingo Herrero, se diseñó y añadió el cuadrilátero contiguo al que se conoció con el nombre de Paseo Nuevo, después Paseo de la Alameda y mas tarde Paseo del Obelisco, quedando entre ellos el Paseo Central, antigua carretera de Zaragoza, que pasó definitivamente a formar parte de todo el conjunto en 1910, configurándose el parque que hoy día conocemos. Esta explanada central fue el “salón social” de la ciudad, donde se realizaron durante decenios, multitudinarias actividades culturales y recreativas al aire libre.

De estilo romántico, tiene una variada vegetación y conserva valiosas especies botánicas hoy día de gran valor monumental. Gracias a la aportación de Mª Teresa Santamaría en su libro sobre el Parque, conocemos que en su inicio en 1868, la vegetación mayoritaria estaba formada por pinos (trasplantados del pinar del Grau), cipreses (del antiguo cementerio) y eucaliptos, árboles de hoja perenne que constituían la original diversidad del Paseo de Ribalta. Se adquirieron después, ya en 1877, plantas para el paseo nuevo, tanto en Barcelona o en el Jardín Botánico de València (auténtico vivero de plantas traídas del nuevo mundo en los viajes del s. XVIII y s. XIX). Más tarde se plantaron de nuevo álamos en 1916, y eran tan abundantes que dieron nombre al Paseo de la Alameda. Años después, se sustituyeron por plátanos, árbol de gran vitalidad y muy sufrido, ya que apenas sufre ataques de insectos, es dócil a las podas y resiste ambientes urbanos contaminados. Las alineaciones de hoy en el Paseo del obelisco, con ejemplares casi centenarios, dan carácter al parque. Del Botánico parece que son el almez (lledoner), la morera de papel, las robinias, y alicantos actuales.

La vegetación del parque se diseñó desde un principio con cuatro niveles de altura. El primero, el sotobosque, de vegetación baja (de plantas rastreras) con hiedra de hoja pequeña, Vinka con flor azul, acantos, aspidistra o hojas de la abuela, y clivias con flor color naranja. El segundo con vegetación de baja envergadura, con arbustos como el senecio de flor amarilla, mirto y ruscus con bolitas rojas entre otros. El tercer nivel de vegetación intermedia o de mediana envergadura, está representado básicamente por cócculus, naranjos amargos y limoneros, ligustrum (aligustre), pittosporum, laureles y granados. El cuarto nivel, el arbóreo, con ejemplares de gran envergadura, formado en la primitiva plantación por Celtis australis (Almez o Lledoner), que no se plantaron en solitario sino formando pequeñas agrupaciones, ciprés fúnebre o ciprés de los pantanos (árbol muy raro), pino canariense con hojas caidas, pinos halepensis, Cercis (árbol del amor), Gingo bilova, Castaño de indias, Cipreses, Tejos, Tuyas, Tilos, Palmáceas, Cedro japonés, Araucaria y sobre todo los Álamos y después los Plátanos actuales.

También los setos del parque tienen su interés, en realidad eran un doble seto, y, en medio, la acequia para poder regar. Se utilizaron los propios naranjos y limoneros como bordes del segundo seto para evitar el acceso por sitios incorrectos. Los primitivos setos en 1902 fueron de tuyas que desaparecieron y no tenemos ninguno en este momento, luego eran de Ruscus, Mirtos, Dodoneas de color rojizo y flor blanca o Boj, de los que hoy podemos aun ver ejemplares. Toda esa vegetación crea un microclima que permite que especies que no pueden sobrevivir en otras situaciones y climas lo hagan aquí y se hayan adaptado y permanezcan hasta el día de hoy. La rosaleda empezó ha construirse en 1923. Todo el conjunto que formaba fue muy estudiado y cuidado, siendo una pieza muy importante del Paseo con rosales de pié bajo, pié alto y trepadoras. En resumen, más de 450 especies en la actualidad nos hablan de la diversidad y riqueza botánica del Ribalta.

En este año 2008, ciento cuarenta años después de su nacimiento, una corporación municipal decidirá la fractura del parque en dos. El Partido Popular estará solo en esta decisión. Con la excusa del trazado en línea recta del TVRcas, dividirá el jardín de Ribalta, en dos jardines separados y entre ellos, un doble vial de circulación rodada. Hemos reiterado que no han pasado coches desde 1910, como lo demuestran los registros fotográficos y la memoria de la gente, cada vez que el Alcalde se llena la boca con que es un paseo de coches. Hemos insistido en la bondad de otra alternativa de paso por su perímetro, que el proyecto ya contempla en el caso de celebrarse eventos en el Ribalta. Hemos denunciado la maldad de usar el aparcamiento “autorizado” actual y el deterioro del firme y de la arboleda del “salón social” para justificar y como argumento, que el paso de autobuses servirá para mejorar las deficiencias del estado actual.

Hay muchos colectivos e instituciones que, sintiendo pasión por Castellón, exigen auténtico respeto por el patrimonio acumulado por la historia. Somos muchos y muchas castellonenses los que no queremos ser cómplices de semejante falta de sensibilidad hacia un patrimonio que, por ser natural y ecológicamente perfecto, es en su salón central, objeto de su destrucción con la invasión de un bus. El Parque sólo necesita mejorar y recobrar su frondosidad, nunca una invasión de ese tipo, jamás una fractura. la historia nos recordará la equivocación de la decisión.

Isabel Sabater Sanz de Bremond.Catedrática de Ciencias Naturales

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